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El grupo de los galgos
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Los galgos en pareja o aislados, utilizan su perfecta anatomía de
corredores para atrapar liebres y otras especies pequeñas. Con el único auxilio
de su velocidad e inteligencia. Puede que el camino que recorran para atrapar a
su presa les lleve varias horas hasta acorralarlas. Otra característica
de estos bellos animales es el carácter deportivo, cada vez menos utilizados en
sus trabajos naturales, debido al coste económico que representa. De
todas las razas de galgos oficialmente reconocidas por la Federación Cinológica
Internacional. Únicamente el Greyhound y el Galgo español, se utilizan con
profusión en las carreras en campo, persiguiendo liebres vivas o bien, en los
canódromos de todo el mundo, tras liebre mecánica o eléctrica. En Estados
Unidos, se organizan de forma minoritaria, carreras de Afganos, por el puro y
maravilloso espectáculo de ver al velocista de los flecos. La belleza de
las carreras de galgos en campo, conjuga plasticidad emoción y deporte, ya que
el seguimiento a caballo de la collera tras liebre, supone un magnífico
ejercicio de dominio hípico. En este deporte, se aúnan los dos animales más
nobles para el ser humano, el perro y el caballo. La tradición de estas
carreras se remota, al parecer, a los tiempos del imperio romano, en el siglo II
de nuestra Era. Es justo señalar que, la finalidad hoy día, de este
deporte, no es la caza y muerte de la pieza acosada, sino más bien, el placer de
ver correr los galgos, acompañándolos a caballo por el campo y emocionarse con
las incidencias de la persecución, quiebros, recortes, subida de repechos y
cuestas, etc. Este deporte, es cada día más raro y sólo en determinados
países subsiste como tal, estando prohibido en otros muchos y siendo prohibitivo
en casi todos. Jueces. Batidores, galgueros, caballos y perros., exigen
un desembolso económico importante, y por otro lado, las zonas naturales donde
podrían practicarse estas carreras, resultan cada vez más escasas y distantes de
las grandes ciudades. Las últimas reglamentaciones vigentes, no
necesariamente adjudicaban la victoria de la carrera al galgo alcanzaba y daba
muerte a la liebre, sino que existía un baremo de puntuación así como diferentes
penalizaciones. Los jueces de la carrera, eran inapelables y en determinadas
ocasiones, su conocimiento del reglamento, establecía fallos, que no eran
camprendidos por los espectadores poco avezados, pero la polémica y la discusión
civilizada también forman parte del ambiente galguero.
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Los canódromos
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La belleza plástica y la emoción que suscitaban las
competiciones de galgos en campo, hicieron pensar a algunos aficionados, en
extender y popularizar este deporte. Era necesario el mayor número posible
público interesado y al mismo tiempo poder ofrecer un buen espectáculo, cosa no
siempre factible en plena naturaleza. Parece ser que a finales del siglo XVIII,
y con toda seguridad durante el XIX, que se cercaron extensiones más o menos
despejadas con gateras o espacios huecos por donde pudieran escapar las liebres
que encontraran estas puertas de salvación. El origen de las carreras de
galgos se pierde en los tiempos de la hegemonía griega, en el Mediterráneo, se
extiende con éste, pasando a las Islas Británicas, en donde toma más perfecta y
rígida normativa; hacia fines del siglo XVI, gracias al duque de Norfolk,
posteriormente, se va puliendo hasta aparecer a finales del pasado siglo los
reglamentos y clubes para la observancia de los mismos. Estas tentativas
de popularización del deporte de carreras de lebreles, posibilita a través de
múltiples intentos, el paso del campo a la pista. No fue hasta después de
1919 que comienza la auténtica expansión de las pistas ovaladas de liebre
artificial, mecánica o eléctrica, y el boom de los canódromos.
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El carácter
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En el apartado dedicado al adiestramiento del galgo
de competición, trataremos este capitulo desde el punto de vista del binomio
preparador-perro, sin embargo, debe partirse de un estándar también en lo
relativo al carácter. Los galgos son perros altivos, seguros de si
mismos, muy agresivos y no obstante, cariñosos con sus amos. Desde que tienen
tres o cuatro semanas de edad, debe apuntarse cuidadosamente las reacciones de
cada ejemplar, su comportamiento en los juegos con sus hermanos, sus
iniciativas, etc. El animal nervioso, huraño o muy agresivo, debe
descartarse para competición y , desde luego, como reproductor, pero también el
demasiado zalamero o abúlico. La ferocidad es innata en este cazador
impenitente, pero debe ser controlada y nunca gratuita, pues una característica
como ésta no se corrige con el aumento de la edad, sino que normalmente, se
acentúa, originando problemas de toda índole. El equilibrio en el
carácter es un factor fundamental muy observado y apreciado por los cuidadores
que , sin embargo, son sumamente reacios a desvelar sus pequeños
secretos. Uno de los test que suelen realizarse con los galgos, aún
cachorros, es el arrastre de una pie de liebre, atada con una cuerda. La camada,
debe seguir la falsa pieza intentando morderla, sin desviarse de su objetivo, ni
entretenerse mordiendo o saltando sobre sus hermanos. La observación de las
reacciones que este entrenamiento previo provoca en los jóvenes galgos, en
repetidas ocasiones, secciona de partida un importante número de
ejemplares. El comportamiento del galgo de carreras, se condiciona
excitando al animal antes de hacerle competir; de esta forma, se regula la
secreción de hormonas que van a permitir a los músculos, rendir un esfuerzo
mucho más fuerte de lo normal. Los entrenamientos físicos, largos paseos y
carreras moderadas, irán , asimismo, configurando un carácter especial de atleta
y estrella en el labrel destinado a la competición deportiva. Ya hemos
mencionado el cariño, a veces casi morboso, que el galgo profesa por su dueño y
el recelo con que recibe o tolera a los extraños. La tan pregonada y
cierta ferocidad del galgo con los animales domésticos: aves de corral, ratas,
gatos e incluso otros perros, aunque sean cachorros, debe aceptarse como una
característica de la raza que, además, ha sido exaltada a través de la selección
y crianza de estos perros, buscando una mayor velocidad y coraje en la
competición.
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Cría del galgo de carrera
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La selección a que han sido sometidos estos animales
y los criterios de los diferentes propietarios y cuidadores, han hecho que
prácticamente se crucen las mejores hembras con los campeones más relevantes. En
este tipo de actividad, los colores de la capa, aunque muy atractivos para los
apostadores no demasiado expertos, tienen poca o nula importancia a la hora de
plantificar el cruzamiento. Se estudian las líneas de sangre de la hembra y los
posibles machos, que pudieran ser barajados para elegir el semental. Se anotan
las victorias de padres y abuelos por las dos líneas, computándose totales y
evaluando la importancia cuantitativa y cualitativa de las mismas. Las
hembras deben cruzarse a partir del tercer celo, y la primera vez solo debe
permitirse dos montas por parte del macho, para evitar un número elevado de
cachorros. Durante la preñez, la hembra deba permanecer aislada de sus
compañeros de perrera, dando largos paseos durante los treinta primeros días de
embarazo. La alimentación en el último tercio de gestación, debe irse
enriqueciendo con vitaminas, calcio y fósforo, aumentando la dosis de verduras y
huevos. El parto sobreviene, aproximadamente, a los dos meses del
apareamiento y puede intuirse observando las mamas hinchadas, inquieta pero
tumbada durante muchas horas. Cuando el acontecimiento esté próximo, debe
procurársele al animal, un recinto abrigado y seco, que pueda limpiarse
fácilmente, para que alumbre la camada. Salvo en casos auténticamente
excepcionales, las hembras de galgo, son capaces de atender al nacimiento y
cuidado de sus crías. La madre, recién parida, suele tornarse muy
agresiva, impidiendo incluso a su amo que se acerque a los perritos. Los
pequeños galgos, deben crecer juntos hasta los tres o cuatro meses para que el
cuidador o propietario pueda estudiar las reacciones en el juego, la comida,
etc., del cachorro en relación con sus hermanos. Esta fase es de crucial
importancia para que en el futuro el cachorro se desarrolle con total
normalidad.
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El entrenamiento del corredor
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A partir de los seis meses de edad la dieta de los
jóvenes galgos, debe comenzar a restringir las féculas e hidratos de carbono,
intensificando las proteínas y equilibrando cuidadosamente las grasas. Los
huevos deben comenzar a formar parte de la dieta; al principio, un huevo cada
dos días por ejemplar, para, al cabo de treinta o cuarenta días, incluir un
huevo diario. Las raciones deben suministrarse por separado a cada
galgo. Cuando los animales alcanzan el año y medio. Están listos para
comenzar de forma seria los ejercicios conducentes a convertirlos en
campeones. La autoridad del cuidador debe cortar todo tipo de peleas
entre las colleras de entrenamiento y entraillar por grupos los ejemplares que
mejores relaciones mantengan para habituar a los labreles, a los compañeros de
competición. La alimentación de los galgos en periodo de trabajo es un
secreto celosísimamente guardado por cada preparador. El entrenamiento
en la carrera debe comenzarse en campos, lejos de la ciudad y de carreteras con
tráfico, de suficiente extensión y, cosa muy importante, exentos de túneles de
topos y otros roedores subterráneos, ya que sus galerías pueden convertirse en
trampas mortales para patas de los lebreles. El campo de entrenamiento ha
de contar con una gran extensión llana, pero también es conveniente que cuente
con zanjas, peraltes y elevaciones de cierto grado para habituar a los
corredores a la competición en campo por parejas.
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Cuidados diarios con el
veterinario
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La salud de los lebreles de competición, es una de
las mayores preocupaciones de los preparadores. Un galgo físicamente sano, puede
hacer un papel deplorable en una determinada carrera por causa de un factor
psíquico. De ahí la importancia de conocer el carácter de cada
perro. Antes de una carrera o competición, el Galgo también percibe la
electrización del ambiente, la ansiedad y la emoción de sus preparadores y sabe,
de alguna forma, que de él va solicitarse un esfuerzo importante, preparándose
para el mismo. Estos preludios a la competición revisten también gran
importancia, y algunos expertos ofrecen a los campeones un ligero almuerzo, un
par de horas antes de la carrera. Esta comida, es muy ligera y al tiempo, muy
rica en proteínas y suele consistir en huevos o claras de huevos batidas.
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