domingo, 8 de junio de 2014

Catriel

Cacique Catriel : Dinastía Pampa



CATRIEL, CIPRIANO Cacique principal, hijo del cacique Juan Catriel que lo mismo que su padre, mantiene leales y respetuosas relaciones de paz con los criollos argentinos. Al frente de sus guerreros pampa, colabora con el hermano blanco para imponer el orden en la campaña bonaerense. El 9 de octubre de 1870, el coronel Elías, comandante de la frontera del Azul, firma en representación del gobierno nacional un Tratado de Paz con Cipriano Catriel, para poner fin a las represalias que llevaban a cabo los indígenas contra los malos tratos de que eran objeto por parte de la fuerza militar. El mencionado coronel Elías no era bien visto por los indios a causa de las matanzas sangrientas que había llevado a cabo sobre los mismos. En mayo de 1871 los caciques Manuel Grande, Chipitruz y Cafulcir, se ven obligados a sublevarse contra el despótico y cruel Elías. Esos caciques obedecían a Catriel, por cuanto eran tribus que integraban el Ulmen Pampa. No solo eran sueldos y raciones que nunca se les entregaban a causa de que estos guerreros prestaban servicios como caballería auxiliar, sino que también, se los mataba sin contemplaciones. Posteriormente Cipriano Catriel, inducido por Mitre, entra en recillas políticas de los blancos y al fracasar la intentona mitrista, el ingenuo Catriel es detenido y desarmado por las tropas, quedando a merced de su hermano Juan José Catriel, quien aprovechó la oportunidad para hacer lancear a su hermano, atado con guascas de cuero crudo en las muñecas, por traidor a su raza.

CATRIEL, JUAN
Cacique principal de la nación pampa, caracterizado por su amistad y aprecio hacia los hermanos criollos. En muchas oportunidades la tribu de Juan Catriel colaboro con las autoridades para evitar el pillaje de los aucas chilenos y de grupos cristianos alzados y renegados que inundaban la campaña argentina. Este cacique vivió en sus tierras conjuntamente con los cristianos, hasta que falleció en un combate librado contra indígenas maloqueadores, luchando junto al coronel Barros y al cacique Quentrel. El cacique Catriel fue colaborador y auxiliar en la expedición de Rosas al desierto en el año 1833 y junto con él colaboraron los caciques Fracamá, Reilet, Venancio Cayupán, Llanquelén, Chacul y otros más. Años antes, en 1827, había colaborado con el coronel en Rauch, secundado por el cacique Negro y sus tehuelches. Podemos decir que el Gran Cacique Juan Catriel, colaboró con Juan Manuel de Rosas, hasta su caída del gobierno en 1852. Fue muy amigo también de los caciques Cachul y Lucio que tenían sus tribus en las costas del arroyo Tapalquén, al noroeste de la población del Azul. A su muerte le sucedió en el mando de su tribu su hijo Cipriano. Los indígenas conocidos posteriormente como catrieleros, viven en nuestros días en pequeñas propiedades que mantiene cerca de la localidad de Los Toldos en la provincia de Buenos Aires.
  

CATRIEL, JUAN JOSÉCacique pampa, hijo de Juan Catriel y hermano de Cipriano y de Marcelino Catriel. Este cacique tuvo actuación entre los años 1865-1878. luego de la injusta muerte de su hermano Cipriano, quedó al frente de la tribu y continúo viviendo en el mismo lugar, cercano a Azul, donde siempre había vivido la tribu de los catrieleros,. Para juzgar a este cacique debemos situarnos en su tiempo y en sus pautas culturales. Juan José no quiso tener tratos con las autoridades, pues tenía el convencimiento de su plena libertad y de ser propietario nato y sin restricciones de la tierra que pisaba. Consideraba a su hermano Cipriano como un traidor a la estirpe, pero él se aprovechaba de los criollos argentinos para robarles su hacienda o hacerse entregar harina, carye, yerba, tabaco y ropas. Cipriano en cambio, lo mismo que su padre o los demás caciques que vivían en paz, criaban a sus vacas, ovejas o caballos y sembraban maíz y avena, para mantenerlas. En una malón que fracaso, las autoridades persiguieron a Juan José y a su hermano Marcelino, salvándose con sus familias, porque el día antes habían mudados sus toldos seis leguas de distancia.CATRIEL, MARCELINOCacique pampa, hijo de Juan Catriel y hermano de Cipriano y Juan José. No tuvo la actuación de los otros miembros de su familia, pero se destaca entre los príncipes de la pampa, como un bravo guerrero que de acuerdo con las leyes de su vieja estirpe no desea la amistad de los hincas. En el año 1877 debe abandonar las costas del arroyo Tapalquén y huir tierras adentro, donde es hecho prisionero  junto con el cacique Blás Román, en los llamados derrames del Chasicó. 



         
“La indiada del viejo Catriel, acampaba permanentemente en las fueras de Bahía Blanca; vivían en paz con sus vecinos manteniendo relaciones a la callada con los indios bravos, los pampas, los ranqueles, los tehuelches y las demás tribus que tenían sus toldos en las Salinas Grandes, o salpicados a lo largo de los collados al pie de los Andes, hasta el lago de Nahuel Huapi y hasta Choele Choel; a las veces estallaban como el rayo entre una nube en los campos de adentro, con la furia de un pampero que soplara del sur.
Sus excursiones seguían siempre los mismos caminos, bien conocidos de los gauchos, que las distinguían con el nombre de malones; unas veces entraban a la provincia de Buenos Aires pasando cerca de la villa de Tapalquén, por el gran despoblado que se extiende de Romero Grande a Cabeza de Buey...
Alrededor de las tribus indias flotaba una atmósfera de leyenda y de terror. Cuando invadían las grandes estancias del sur, cabalgaban todos, con excepción de los jefes, sobre cueros de carneros y muchas veces en pelo, llevaban una lanza de tacuara, de cinco  a seis varas de largo, con una tijera de trasquilar en la punta, adherida al asta con una cola de buey, u otra guasca que dejaban secar, y que se endurecía como el hierro, reteniendo contra la hoja un mechón de crin; a su paso huían los venados y los avestruces como vuela la espuma marina ante las ondas agitadas.
Cada guerrero llevaba un caballo de remuda, adiestrado, según el decir de aquellas partes, “a cabestriar a la par”; cabalgaban como demonios en las tinieblas excitando a los caballos con la furia de la carga y saltando los pequeños arroyos escarceaban en los pedregales como cabras, deslizándose por entre los pajonales con ruido de cañas pisoteadas y los jinetes se golpeaban la boca con las manos, al lanzar sus alaridos prolongados y aterradores.
Cada jinete cabalgaba en su crédito (caballo favorito); envueltos al cinto llevaban dos o tres boleadoras, las bolas grandes pendían a la izquierda y la bola pequeña o manija a la derecha, descansando sobre el cuadril. Todos tenían cuchillos largos o espadas recortadas para mayor comodidad...; si tenían silla, los llevaban metidos entre la cincha y la carona, y si no, atados al talle desnudo, con fajas angostas de lana, tejidas por sus mujeres en las tolderías, de extraños dibujos concéntricos y estirados. Iban todos embadurnados de grasa de avestruz, nunca se pintaban; su feroz algarabía y el olor que despedían, enloquecían de miedo a los caballos de los gauchos.
El cacique nadaba unos veinte pasos delante de los demás, en una silla enchapada de plata, escogiendo, si lo había, un caballo negro para que se destacar bien; retenía las riendas de plata de tres varas de alto en la mano izquierda, y aguijoneando furiosamente a su caballo, de vez en cuando volvía la cara hacia los hombres para lanzar un grito, blandiendo la lanza cogida por la mitad del asta y galopando a todo correr.”

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