El moro al cual hace referencia la letra se encuentra poco menos al sur del Rio Colorado con gran extención en La Pampa, San luis sur de Bs Aires y provincias de cuyo.
Su futuro
El hombre ha perseguido al ñandú para despojarlo de sus plumas, lo ha cazado con ribetes "deportivos"; y ha saqueado sus nidadas. Hay que considerar, además, que el ñandú sufre
la progresiva destrucción de su hábitat con más intensidad que otras especies, debido a su fuerte tendencia localista que hace que no migre ni aun cuando el medio le resta
beneficios.
Como resultado de ambos factores puede decirse que el ñandú es hoy una especie muy rara en muchos lugares.
El pico chato (autor: Saúl Huenchul)
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De pico chato y cogote, bastante emplumado y largo
De ojos mansos y grandotes pero de patas peladas,
que con tres dedos formadas pisa el ñandú y no ignoro,
que entre su plumaje moro luce blancas y plateadas.
Sólo el macho tiene plumas, bien renegrido en el pecho;
y en los bajos y repecho, picando verde se suma.
Es codiciado por el puma, por el hombre y por el zorro,
por eso entre los matorros, es muy difícil que duerma.
Sólo con la carne enferma le pide al monte socorro.
No es ni manso ni es matrero, más si lo apuran de pronto
mueve haciéndose el tonto; pero cuidado que es ligero.
En la lucha es gambetero y aunque el indio lo ha boleado,
a muchos galgos ha dejado, si defenderse le toca;
con las plumas en la boca, sediento y acalambrado.
Anda solo o en cuadrilla depende de la temporada
y encontrarle la nidada es casi una maravilla.
Los huevos para las tortillas son lindos y sin recovecos
frescos están amarillitos, si están blancos están cluecos.
Que lujo cuando del nido el macho como con celo,
posando el pico en el suelo larga al viento su bramido.
Bramar que se hace zumbido poblando las extensiones
y andan las conversaciones, según entre gente criolla:
que siendo el macho el que empolla, también cría los pichones.
Ñandú moro que picando, ayer en mi pago hallaba;
cuando todavía ni pensaba que se irían terminando.
Hoy que lo andan tiroteando ni bien pueden divisarlo,
pues debo de confesarlo yo también supe correrlo;
pero eso sí para comerlo: no matarlo por matarlo.
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